jueves, 13 de diciembre de 2018

La fiesta de los 100 días

El domingo pasado, 9 de diciembre, fue el día 100 fuera de la barriga de Baby A. y para celebrarlo organizamos una fiestaca, como es costumbre por estos lares. Supongo que es más o menos el equivalente a los bautizos en España, pero sin la carga religiosa. En la fiesta de los 100 días lo que se hace es invitar a toda la familia y amigos para que vean al bebé. También hay algunas tradiciones como raparle la cabeza, pero yo de esto pasé y nadie dijo nada (menos mal). Al final tampoco se puso ninguno de los oros que le habían regalado durante estos meses (menos mal x2).
Baby A. llevando todos los oros que le han regalado.

Hicimos la fiesta en un hotel que hay aquí cerca y había más invitados que en la boda china (y que en la española). ¡¡Unos 180!! C. invitó a todo quisqui de sus amigos y del trabajo y su madre también invitó a sus amigas. Este tipo de fiestas sirven para recuperar todo el dinero que has tenido que dar cuando otra gente tiene hijos, ya que es costumbre dar un sobre rojo con dinero a los padres del bebé. Pero en realidad todo lo que recuperas te lo acabas gastando en la fiesta...

Últimamente las fiestas de los 100 días a las que he ido se están saliendo de madre y tienen entretenimiento y regalos para los niños asistentes. Yo lo odio porque aquello se convierte en un gallinero insoportable con música a todo trapo y no puedes ni comer a gusto. Así que no tuvimos nada de eso y los niños invitados tampoco se aburrieron, si los niños con correr entre las mesas y jugar con los globos de la decoración ya se lo pasan pipa. Lo que sí dimos fue un regalo de agradecimiento por familia, como es tradición. Era una caja con unos pastelitos de estilo chino que están buenísimos.
Y además son muy bonitos. La pastelería se llama 唐饼家 Tang's Cake y es de Shanghai, pero en Suzhou también hay sucursal.

Todo el mundo estaba muerto de curiosidad por ver al bebé porque en China están obsesionados con los bebés extranjeros o mezclados y nosotros no habíamos colgado ninguna foto suya en internet. En chino hay hasta una palabra especial para describir la acción de compartir fotos de tu bebé en redes sociales: 晒娃.
Bueno, C. colgó una serie de fotos pero con este filtro que te pone cara de muñeca pepona.

Todos los invitados (sobre todo las invitadas) querían cogerlo en brazos y Baby A. fue pasando de mano en mano todo el rato. Pero, oye, él contentísimo. Le encanta que todo el mundo le haga caso (por lo menos de momento, no sé si más adelante se volverá tímido). Se portó muy bien y lanzó sonrisas a diestro y siniestro. Luego, al volver a casa en el coche, cuando ya no había invitados delante, se cagó enterito, la caca (a.k.a. puré de calabaza) se salió por el lado del pañal y atravesó dos capas de ropa. Al menos esta vez no llegó a la sillita. No os preocupéis, de eso no os voy a poner foto.

La fiesta la organizó C. y yo solo elegí el menú, mandé unas fotos para que hicieran la decoración y compré los pastelitos de regalo. Así que yo no tenía ni idea de cómo se iba a ver el sitio y me sorprendí gratamente.



Nuestra mesa.

C. dando un discurso.

Aparte de los típicos sobres rojos con dinero, a Baby A. le regalaron un osito con luces y música, una pandereta electrónica que habla en inglés y unos libros.


martes, 27 de noviembre de 2018

Moda infantil en China

A mí la verdad es que nunca me habían gustado especialmente los bebés, y antes de tener al mío solo había cogido en brazos a uno una vez (y se puso a llorar enseguida), pero la ropita de bebé siempre me ha parecido muy mona. La moderna, no la tradicional con faldones y cosas de esas. Pero, ay amigos, hasta que llegué a China y vi lo que les ponen aquí a los niños... ¿qué han hecho los pobrecitos para merecer este ultraje?

- Pantalones con abertura
Esto es lo que más choca cuando llegas a China: ver a los niños correteando con el culo al aire porque tienen un agujero o raja en los pantalones. Esto se debe a que a los niños chinos los enseñan a hacer sus necesidades a demanda, es decir, cuando su madre o abuela los pone en cuclillas y emite una especie de silbido. Como los ponen en cualquier momento y lugar (si están en la calle, pues en un árbol, encima de una papelera, o en el mismo suelo), no llevar pañales y tener los pantalones agujereados ahorra tiempo.

La madre de C. trajo un día una bolsa llena de ropa de bebé de segunda mano de la prima de C., y absolutamente todos los pantalones eran abiertos. Yo no quise ni uno porque, lo siento mucho, pero aunque mi bebé sea medio chino no va a ir por ahí con el culo al aire. Luego un día fue a una tienda y vino cargada con un montón de ropa. Los pantalones están cosidos, pero la costura de la entrepierna es más sencilla y se puede abrir fácilmente con una tijera para convertirlos en pantalones abiertos.


- Estampados y diseños horrorosos
Cada vez que paso por una tienda de ropa china para bebés me entran ganas de llorar porque es todo un horror. Unas combinaciones de colores, unos estampados feísimos, palabras sin sentido en inglés por doquier, conjuntos que parecen pijamas, vestidos de princesa y millones de volantes para las niñas... "Por suerte", solo una persona me ha regalado ropa de este estilo, un amigo de C. que vino a ver al niño y nos trajo una caja regalo con esto:
Los voy a usar como pijama porque no me gusta tirar cosas nuevas... pero no he visto cosa más horrorosa en mi vida, jajaja. Y lo peor es que he visto a niños vistiendo ropa en este plan por la calle.


- Más capas que una cebolla
Yo creo que ya lo he mencionado alguna vez: para los chinos, el frío causa todo tipo de enfermedades y es probablemente la causa de muerte número uno. Y como los bebés son tan pequeñitos y delicados, hay que tener especial cuidado y abrigarlos bien para que no cojan frío. Así que a los pobres los envuelven en tropecientas mil capas de ropa hasta que no se pueden ni mover y se les ponen las mejillas coloradotas.
Así llevan a los bebés cuando hace 30 grados, que la brisa de septiembre es muy traicionera.

- Babero posterior
Esto está relacionado con el punto anterior. Como llevan a los niños excesivamente abrigados, los pobres sudan que es una barbaridad, sobre todo cuando son un poco más mayorcitos y corretean por ahí. Entonces les ponen una especie de toalla que se mete por el cuello, entre la piel y la ropa, y tiene un extremo con dibujitos que sobresale. Así la toalla absorbe el sudor. ¿No sería más fácil quitarle una de las capas de ropa, que si está sudando es porque lleva demasiadas? Nooo, qué va, mucho mejor ponerle el babero posterior.



- Zapatillas oruga
Estas zapatillas supongo que son cómodas porque no hay que andar preocupándose por los cordones, pero me dan coraje porque las tienen absolutamente todos los niños de China. ¡¡Son una plaga!! ¡¡Como las orugas esas peludas asquerosas en primavera!!


- Oros
Vale, esto no es algo que les pongan a los niños en el día a día, pero tienen la costumbre de regalarles cosas de oro a los bebés: pulseras, tobilleras y colgantes. Algunas aparte de oro también llevan jade. Si me hubieran regalado una o dos probablemente no hubiera dicho nada, pero es que tengo 7 u 8 cosas de estas de oro. Se supone que se las tengo que poner cuando hagamos su fiesta de los 100 días, que será el 9 de diciembre. Como le tenga que poner todos los oros que le han regalado, va a parecer M. A. Barracus, el del Equipo A. Mirándolo por el lado bueno, si hay otra crisis y todos mis ahorros se quedan en nada, puedo vender todo este oro y recuperar algo.
Lo que les gusta a los chinos el oro bien amarillo y brillante. A mí me parece una horterada, pero para gustos colores.


- Cabezas rapadas
Esto no es ropa ni complementos, pero forma parte de "la moda china". Aquí muchos siguen creyendo que si le rapan la cabeza a los niños, el pelo les crecerá más grueso y fuerte. Bueno, la verdad es que en España también hay gente que sigue pensando que esto es verdad (no lo es). A mí me da cosita ver a los bebés con la cabeza rapada porque parece que tienen cáncer o algo... También se hace cuando los bebés celebran su fiesta de los 100 días. Como podréis imaginar, yo no tengo intención de raparle la cabeza... y menos en pleno invierno.


Más entradas sobre moda china: la moda premamá, horrores estilísticos y las camisetas en inglés de Taobao.






miércoles, 14 de noviembre de 2018

En memoria de Nico

Nico nos dejó el sábado pasado, 10 de noviembre, tras empeorar rápidamente de lo suyo (llevaba dos meses pachucha). Tenía 10 años y medio y había vivido conmigo cuatro años y medio. Aquí podéis leer la entrada que escribí cuando llegó a casa, en mayo de 2014.

Cuando llegó estaba gorda como un rulo.

¡Qué culito!

Le gustaba chapotear en las fuentes.
Siempre tan fashion.

Por ahí de excursión.

Cuando yo curraba en Shanghai y hacíamos videollamadas.

En una barbacoa, esperando un momento de distracción para robar comida.

Celebrando la Navidad.

Siempre pensando en comer.

Abracitos.

Muchas veces le teníamos que poner el cono de la vergüenza porque se lamía y se hacía heridas.

Con su juguete favorito. Podemos decir que los peluches de Ikea son de muy buena calidad porque no consiguió cargárselo nunca.

Le gustaba comer de todo.

Una vez C. la llevó a una carrera de esas que tiran polvos de colores.

Preparada para el frío invernal.

Selfie.

Recogía botellas vacías que se encontraba por la calle y al volver a casa las tirábamos en la papelera.

Con su "hijo". Nunca le gustaron los cachorros ni los niños, los soportaba pero ya está.

En otra barbacoa hace años.

Lo que le gustaba el agua. Pero era una cagueta y solo se metía donde hiciera pie.
Mirando al infinito.


Por cierto, ahora que lo pienso, qué irónico que se nos muera el perro en el año del perro...


viernes, 2 de noviembre de 2018

Dos meses de mamá

¡Baby A. cumplió dos meses el miércoles! (Y hoy cumple 8 semanas). Para "celebrar" su cumplemes le pusimos la vacuna de la tuberculosis, pobrecito. En España esta vacuna hace mil que no se pone pero en China es obligatoria. Da mucho miedo porque tienen que meter el líquido muy despacio y se va formando una mancha blanca alrededor del pinchazo. Y después queda una cicatriz...


Estos dos meses se me han hecho bastante largos, debe ser porque no he hecho prácticamente nada aparte de dar la teta, tener al niño en brazos y enredar con el móvil. Tengo que desengancharme del puto móvil a la de ya y leer más en el kindle. Ahora estoy leyendo Harry Potter (no lo había leído nunca) y voy ya por el quinto libro. El primer mes me daba cosita salir de casa con el niño tan pequeño y cuando me decidía a salir se cogía unos cabreos impresionantes (supongo que elegiría yo mal el momento y tendría hambre o algo). Ahora ya le gusta salir en su carricoche, a veces se duerme y otras va mirándolo todo.

Su primera salida importante fue cuando tenía 24 días y tuvimos que ir al consulado en Shanghai. Fuimos en tren (y tuvimos que comprar billetes de primera clase porque si no no había espacio para el carricoche) y luego en metro. En el metro solo tuvimos que cambiar de línea una vez, pero tiene huevos que en la estación principal de Shanghai (People's Square) no haya ascensor para hacer el cambio de la línea 1 a la 2. O, si lo hay, lo tienen bien escondido para que nadie lo encuentre. Otra cosa muy graciosa es que, según la estación (de la misma línea), el ascensor para ir del andén al piso de arriba está en un extremo o en otro del andén. Vamos, que entras por un extremo, te montas en el metro, te bajas y tienes que andar tooooooda la longitud del andén hasta el otro extremo para coger el ascensor. Una planificación genial. La gente que vaya en silla de ruedas, si ya de por sí se mueven más despacio, pierden más tiempo todavía con tanta vuelta.
El carricoche se conduce muy bien pero pesa bastante.

A finales de septiembre vinieron mis señores padres, mi hermano y su novia. No hicimos mucho turismo, pero dimos paseítos por el barrio y comimos en muchos restaurantes.
Fuimos a un templo budista recién construido.

Mi suegra está aquí de lunes a viernes para que no esté yo sola. Y menos mal, porque si no no sé qué comería yo (probablemente tendría que andar pidiendo comida a domicilio casi todos los días) y el piso estaría hecho una mierda. Además es que no podría yo sola con el bebé y con la perra, que ahora es oficialmente minusválida. Tiene displasia de cadera y las articulaciones desgastadas, no se puede levantar sin ayuda y anda con mucha dificultad. Encima tiene también problemas intestinales y no quiere comer...
Nico ha estado varias veces ingresada y con gotero...

En estos dos meses hemos tenido dos sesiones fotográficas (sí, me he enganchado desde que nos hicimos las fotos de maternidad): la sesión de recién nacido, cuando Baby A. tenía dos semanas, y otra sesión con toda la familia en la que nos vistieron como en las telenovelas de la época precomunista.
La sesión de recién nacido fue en casa.

Me encanta mi peinado. El vestido también era chulo pero obviamente tuve que encoger barriga para las fotos.

A mediados de octubre fuimos al hospital para la revisión de los 42 días. En ese momento, Baby A. pesaba 4,6 kg y medía 58,4 cm. ¡¡Ya casi no cabe en el carricoche!! Pues le quedan dos meses más por lo menos, así que tendrá que doblar las rodillas. ¡¡No haber crecido tan rápido!! El médico dijo que estaba muy delgado pero es que para los chinos los bebés tienen que ser obesos (menudas foquitas vi el otro dia en la clínica de vacunación). La que sí tiene kilitos de más soy yo, y no pongo foto de mi barriga porque me da vergüenza. Pero bueno, tardé 9 meses en hornear el bollito así que ahora me daré otros 9 meses de plazo para volver al peso que tenía antes.

¡Y hasta aquí el resumen de estos dos primeros meses!


miércoles, 17 de octubre de 2018

El postparto en China

¡Ya por fin he terminado el postparto!  En China, el periodo de postparto se llama 月子 yuezi y dura 30 o 42 días, dependiendo de si haces la versión corta o la larga. La tradición dicta que, durante este tiempo, la recién parida no puede hacer prácticamente nada, tiene que quedarse en la cama un mes y comer cosas "nutritivas" especiales.

La recién parida, rodeada de su madre, su suegra y sus tías: no puedes ducharte, ni levantarte de la cama, ni tocar agua fría, ni lavarte el pelo, ni que te dé el aire, ni cortarte las uñas (esta última no la había oído nunca).

La prohibición más conocida del postparto chino es que hay que evitar por todos los medios coger frío. Esto se traduce en no ducharse, no lavarse el pelo ni los dientes, no abrir la ventana ni encender el aire acondicionado, no comer cosas frías (no necesariamente frías de temperatura, sino "frías" según la medicina tradicional china)... No me quiero ni imaginar cómo olerá esa señora después de un mes.
La madre/suegra dice: "¡¡Quieta!! Durante el postparto no te puedes duchar ni lavar el pelo o cuando seas vieja te dolerá la cabeza." La flecha que apunta al pelo dice: "Pelo tan grasiento que se puede freír la comida en él".

Para mantenerse bien calentitas durante el postparto las mujeres chinas pasan de la ropa normal, van vestidas con unos pijamas preciosos y bien abrigaditos y llevan un gorro muy estiloso que es especial para esos días. No importa si has parido en pleno verano, tienes que taparte de pies a cabeza y no hay discusión que valga. Supuestamente es porque tu cuerpo está muy débil y si te entra frío te dolerán las articulaciones o la cabeza (la tradición no se pone de acuerdo) cuando seas vieja. Efectivamente, señoras: los dolores de la vejez no son por haber estado usando el mismo cuerpo durante muchísimos años, sino por una corriente de frío que te dio un día dos semanas después de parir y que vuelve 40 años después a torturarte en forma de artritis.

 Modelitos para el postparto de la primavera-verano 2018. El gorro lo hay en versión charcutera (a la izquierda) y en versión golpe en la cabeza (debajo).

El otro día fui al hospital para la revisión de las 6 semanas y vi a un par de chicas jóvenes vestidas de esta guisa. Me moría de ganas de hacerles una foto, para que veáis que no exagero, pero soy demasiado cortada.








La comida es también un punto muy importante. Básicamente hay que tomar sopas: de pollo, de pescado, de manitas de cerdo... porque ayudan a que tengas mucha leche. También hay que tomar azúcar moreno, llamado azúcar rojo en China, porque supuestamente aporta hierro (eeeeh... no. Es azúcar. Si quieres hierro, tendrás que tomar otras cosas), huevos porque son muy nutritivos, y en algunos sitios especialmente atrasados tienen un vino especial para el postparto. Porque todo el mundo sabe que hay que beber alcohol cuando estás dando el pecho. Oye, a lo mejor así el bebé duerme toda la noche de un tirón.


Durante mi postparto, yo he prestado especial atención a todas estas normas y me he esforzado mucho por hacerlas... al revés. Simplemente por demostrar que no pasa absolutamente nada. Aunque, claro, la reacción suele ser que "las mujeres extranjeras son más fuertes, pero las chinas lo tienen que hacer sí o sí". Me duché y me lavé el pelo a la mañana siguiente de parir y a la doctora le pareció muy bien (muchos médicos chinos dicen que basta ya de tanta tontería anticuada). Salí del hospital con mi bebé en brazos y un señor que bajaba también en el ascensor puso el pulgar para arriba y me dijo que era muy fuerte (las demás parturientas iban con los pijamitas mencionados y cara de estar muriéndose mientras sus madres/suegras/enfermeras cargaban con su bebé). He comido fruta y hasta helados. He llevado pantalones cortos (¡horror! ¡las rodillas expuestas a la corriente!) y sandalias sin calcetines (¡requetehorror! ¡ya me acordaré cuando cumpla 40, que en China es ya la tercera edad!). Y no me he tirado todo el mes en la cama, obviamente.

No obstante, hay una parte del postparto chino que me parece genial: a la madre la dejan descansar y no se pretende que sea superwoman haciéndolo todo. Durante las dos primeras semanas C. tuvo su baja de paternidad y era él quien se encargaba de cambiar los pañales, curarle el ombligo, bañarlo, vestirlo... Su madre también estaba aquí y se encargaba de cocinar y lavar la ropa. Mi único cometido era recuperarme y dar el pecho. Y así estoy, ¡como una rosa!


miércoles, 19 de septiembre de 2018

Dar a luz en un hospital chino

¡Pues ya por fin parí!, a los dos días de escribir la entrada anterior. Baby A. nació el 31 de agosto y a todos los chinos les encanta este día porque es la fecha de corte para entrar en la guardería. En España, todos los niños de una clase han nacido en el mismo año, entre el 1 de enero y el 31 de diciembre. En China es del 1 de septiembre al 31 de agosto del año siguiente. O sea, que cuando Baby A. vaya a la guardería, en su clase habrá niños nacidos entre el 1 de septiembre de 2017 y el 31 de agosto de 2018 y él será el más pequeño. Acaba de nacer y la gente ya está pensando cuándo va a ir a la guardería, pobrecito.

Hoy quería contaros mi experiencia pariendo en un hospital chino. Los hospitales chinos no tienen buena fama entre los extranjeros pero sinceramente yo creo que gran parte del problema es el idioma; yo siempre he ido a hospitales chinos y sigo viva y entera. Cuando he ido a hospitales internacionales me han sacado bien los cuartos y no he quedado muy satisfecha con los resultados (en una ocasión no supieron decirme qué me pasaba y en otra me diagnosticaron algo que no tenía; en ambas ocasiones me soplaron 800 yuanes que afortunadamente pagó el seguro). Parir en un hospital internacional supongo que cuesta de 50.000 yuanes para arriba. Como yo no necesito pagar el triple simplemente para que el médico hable inglés, elegí el hospital municipal de Suzhou, también conocido como hospital de maternidad y al que van todas las suzhounesas de bien.
El último selfie con barriga.


Salía de cuentas el 27 de agosto y cuando pasó esa fecha todo el mundo se empezó a poner nervioso... como si yo pudiera decidir cuándo ponerme de parto. El día 30, en la revisión de la semana 40, me hicieron una ecografía y descubrieron que tenía el líquido amniótico un poco bajo. Como el cuello del útero ya estaba medio borrado, la médico decidió que lo mejor era que me provocaran el parto ese mismo día y que me quedara ya en el hospital. ¡Y yo no había traído la maleta! Así que C. volvió a casa a por los trastos mientras yo firmaba toda la papelada del ingreso. Tuvimos suerte y se acababa de quedar libre una habitación familiar, que es una habitación tipo hotel con baño, cocina, saloncito y cama supletoria y pares allí mismo.



Mientras C. estaba yendo a buscar los trastos, vino una médico diciendo que ya era tardecillo (era la 1 de la tarde) y que me iban a romper la bolsa ya. Pero como estaba yo sola en ese momento, y los resultados de las demás pruebas que me habían hecho esa mañana eran buenos, al final la médico decidió esperar a ver si me ponía de parto yo sola durante la noche y si no me romperían la bolsa a la mañana siguiente. Así que pasé la primera noche en el hospital todavía con el barrigón y... ¿sabéis qué? Las enfermeras volvieron a despertarme a horas innombrables para escuchar los latidos del bebé y tuve un flashback a cuando me ingresaron en julio.

Por la noche no hubo ningún avance y a la mañana siguiente vino un médico a romperme la bolsa, lo que hizo después de preguntarme dos veces si no tenía problema con que fuera hombre. La rotura de bolsa no me dolió y no salió mucho líquido. Lo peor fue que a partir de ese momento no podía levantarme de la cama por si salía el cordón umbilical antes que el niño o algo así. Al rato me pusieron un gotero (¡¡¡noooo!!!) con oxitocina y al poco tiempo me empezaron las contracciones. A las dos horas, cuando estaba de 3 cm, pedí la epidural. Esto tampoco duele, a pesar de lo que me habían dicho. Lo que le gusta a la gente acojonar a las embarazadas... Con la epidural seguía notando las contracciones pero eran soportables. También podía mover los dedos de los pies, eso no me lo esperaba. Al cabo de dos horas ya había dilatado del todo y mi comadrona estaba muy contenta porque era la que más rápido estaba progresando de toda la planta (¿harán cada día una porra para ver quién pare primero?).

La comadrona era una chica bastante joven y estuvo todo el rato conmigo desde que me pusieron la oxitocina. Charlé bastante con ella y era maja. Ella fue también la que dirigió el cotarro, sacó al bebé, cortó el cordón (C. no tenía mayor interés en hacerlo, le daba miedo desmayarse) y me cosió un pequeño desgarro. La fase de pujos duró una hora aproximadamente y no sé en qué momento aparecieron un montón de médicos/enfermeras/comadronas en mi habitación, quizás eran estudiantes. Yo le había dicho a la comadrona que no quería que me hicieran una episiotomía y me dijo que solo las hacían si era estrictamente necesario (no lo fue. ¡Bieeeen!). Un poco antes de las 4 salió el bebé y me lo pusieron encima enseguida (en ese hospital son pro lactancia, el bebé se queda todo el rato contigo en la habitación y no le dan suero ni biberones). La comadrona cortó el cordón cuando dejó de latir, como yo le había pedido, y se confirmó que yo había sido la más rápida en parir de toda la planta. Las enfermeras comentaban cosas del tipo de "qué fuertes son las extranjeras", jajaja.

Nos quedamos en el hospital dos noches más y el precio total fue de 13778 yuanes, lo que me parece bastante barato. Quedé muy satisfecha con ese hospital y se lo recomendaría a quienes vayan a dar a luz en Suzhou, pero claro, inglés no hablan, jajaja. Lo que es la atención, no tiene nada que envidiar a los hospitales internacionales que cobran 3 o 4 veces más.
La vista desde mi ventana del hospital. Esa noche cayó un tormentón...  



miércoles, 29 de agosto de 2018

La telenovela de la temporada

Normalmente no veo la tele china porque es una caca. Que si concursos de cantar (por favor, llevamos ya 20 años con los programas tipo Operación Triunfo, basta ya), que si realities con famosos chinos a los que no conozco de nada, que si series de época con pelucones falsísimos y actores del averno, que si dramas sobre la guerra contra los japoneses y la liberación comunista. Siempre es lo mismo y es un aburrimiento total.

Hasta que hace un par de semanas vino una amiga a casa y me enseñó una telenovela de época nueva que se acababa de estrenar. La empezamos a ver por ver algo... y nos acabamos enganchando (aunque en los últimos capítulos que he visto, voy ya por el 30 y pico, empieza a haber giros de guión que huelen). Se llama The Story of Yanxi Palace y ha sido el bombazo del verano, con 530 millones de espectadores el día de máxima audiencia y un total de 5600 millones de vistas en total.


The Story of Yanxi Palace (延禧攻略) se desarrolla durante el reinado de Qianlong (1735-1796) en la dinastía Qing. Wei Yingluo es una chica muy espabilada que entra a trabajar en la Ciudad Prohibida como costurera con el objetivo de investigar la muerte de su hermana, que vivía allí antes. Como es muy lista, la ascienden a dama de compañía de la emperatriz y acaba metida en todos los fregaos entre concubinas, que son más malas que la tiña.
¿A que tiene pinta de mala malísima? Esta es la concubina mayor, porque las concubinas tenían categorías, sí.

No sé por qué esta telenovela está teniendo tanto éxito, si historias parecidas las ha habido a montones en la tele china. Quizás es porque esta no parece una producción barata grabada a toda prisa. Los decorados y los vestidos están chulísimos y los actores no dan tanta grima como de costumbre.
La serie está grabada en una reproducción de la Ciudad Prohibida que hay en la provincia de Zhejiang, en el estudio cinematográfico más grande del mundo.

He leído que han vendido los derechos de la telenovela a un montón de países, pero no sé si está disponible ya con subtítulos en inglés o en español. Si alguien quiere practicar chino, la puede ver en Youtube. Yo estoy aprendiendo un montón de expresiones antiguas e imperiales. Por ejemplo, la emperatriz y las concubinas cuando hablan de sí mismas en vez de decir 我 (yo) dicen 本宫, que literalmente significa "este palacio" (cada una de ellas vivía y era la jefa de un palacio dentro de la Ciudad Prohibida). Me voy a copiar y voy a hablar de mí misma en tercera persona y diciendo "este palacio", jajaja.

PD. Este palacio todavía no ha parido, no.