martes, 27 de febrero de 2018

Vacaciones en Malasia: Kuala Lumpur

Cada año decidimos a dónde vamos a ir en Año Nuevo chino según lo que cuesten los billetes de avión a cada sitio. Este año estaba todo carísimo (como siempre) y lo más barato que encontramos (que no lo era) era para volar con una compañía low cost a Kuala Lumpur. ¡Así que para allá nos fuimos! Yo tenía ya ganas de sudar la gota gorda después de pasar todo el invierno congelada en Suzhou, y la sudé. Y además se me han quitado los sabañones que siempre me salen en la mano derecha (hasta que llegue la próxima ola de frío). Visitamos las ciudades de Kuala Lumpur y Melaka así que no hubo playa, pero todos los hoteles tenían piscina. Por cierto, los hoteles en Malasia son baratísimos, un cinco estrellas vale más o menos la mitad que en China.

Kuala Lumpur me recordó un poco a Shanghai porque es una ciudad con pocos monumentos y a donde la gente va a comer y a comprar. Quedamos con unos amigos que viven en Shanghai y estaban en KL visitando a la familia y con uno de Cáceres que conozco de mi juventud y que ahora vive allí. ¡Qué pequeño es el mundo! Comimos comida malaya y chino-malaya (los chinos son un 20 % de la población allí), me tomé el primer helado del año (bueno, varios) y por fin pude quitarme el antojo de comer una tarta de queso japonesa que antes la había en China pero ya no. En Kuala Lumpur hay un montón de centros comerciales enormes (cuando hace un calor horrible, es decir, casi siempre, o cuando llueve a mares, es prácticamente el único sitio al que se puede ir) y visitamos varios, y también mercadillos, pero no compramos casi nada, aparte de un café instantáneo malayo al que C. está totalmente enganchado.
Las torres Petronas. Lo de debajo es un centro comercial.

El hotel lo teníamos en Bukit Bintang, que es el centro centro. Las distancias no son muy grandes pero con el sol y el calorazo no apetece andar mucho, así que usamos el transporte público. El transporte público en Kuala Lumpur no es para tirar cohetes, precisamente, al menos cuando lo comparo con China: el monorraíl es más lento que el caballo del malo y además solo tiene dos vagones, y el tren para ir a las Batu Caves sale cada 20-40 minutos (después de esperar un rato en la estación por fin llegó, pero luego nos tocó esperar dentro media hora hasta que salió... de coña). Hay un montón de atascos porque todo el mundo tiene coche (normal, si tienen que depender de ese transporte público para llegar al trabajo, lo llevan crudo) pero por lo menos hay Uber y Grab, que es la versión local. Los taxis muchas veces se niegan a usar el taxímetro y cuando te ven en un apuro te cobran el doble o el triple, así que espero que Uber y Grab tengan mucho éxito y los taxistas se pudran en la miseria. Una cosa buena que había de transporte público eran unos autobuses urbanos gratuitos que van por el centro, tienen cuatro líneas y se llaman GOKL. También hay bicis para alquilar, pero con el calor te puede dar un chungo.
Concierto callejero multitudinario.

En Malasia también celebran el Año Nuevo chino y de hecho parece que es incluso más importante que en China. Los centros comerciales tenían unas decoraciones impresionantes y cada día hacían varios pases de la danza de los leones. También fuimos a un templo chino que estaba súper decorado y hacían actuaciones por la festividad.


Mi parte favorita de Kuala Lumpur es la zona cerca del Central Market. Entramos en un templo hindú (yo nunca había visto uno), pasamos por el barrio chino (que era un mercadillo gigante, Taobao al aire libre), Merdeka Square o Plaza de la Independencia y un paseo a la orilla del río que parecía recién renovado.
La puerta del templo hindú.

Espero que no quiten ese trozo de bus escolar de ahí, lo han dejado muy bonito.

Fotos de preboda malaya a la orilla del río.

El edificio Sultán Abdul Samad.

La plaza Merdeka o de la independencia.


C. se lo pasó muy bien en las Batu Caves jugando con los monos que querían robarle todo lo que llevara encima. Yo odio a los monos, me parece que están locos.
Para ir a las cuevas hay que subir por esas escaleritas.

Las cuevas son un templo hindú y las mujeres tienen que taparse las piernas hasta media pantorilla. Los hombres pueden ir sin camiseta y en calzonas.

Este pobre hombre no sé qué habrá hecho para que lo partan por la mitad y le saquen las tripas.

El mono disimulando (luego intentó llevarse la botella de agua).

Antes de ir yo había leído en blogs y foros que si tienes que ir en autobús a otra ciudad en Malasia no hace falta comprar el billete por anticipado, vas a la estación en el momento y ya está. Bueno, yo os recomiendo que lo compréis por internet en www.redbus.my y os ahorréis problemas. El día que íbamos de Kuala Lumpur a Melaka (a 150 km), tuvimos la mala suerte de que la estación de autobuses estaba de gente hasta los topes. Tardamos dos horas en comprar los billetes porque había mucha cola y las vendedoras se tiraban 10 minutos con cada cliente, y el siguiente autobús donde había asientos no era hasta después de 3 horas (que se convirtieron en 5 porque había un atasco mortal a la entrada de KL y el autobús tardó 2 horas más en llegar). El aeropuerto también es un poco criminal (al menos la terminal de Air Asia, KLIA2) porque no vale hacer check-in por internet o en la máquina, tienes que tragarte la cola con todo el mundo. Cuando nosotros fuimos había un montón de gente y tenían la mitad de los mostradores cerrados. Bieeeen. El control de pasaportes también más lento imposible. Y encima el aeropuerto está diseñado como el culo y el control de seguridad no está inmediatamente después del de pasaportes, así que tienes que volver a hacer cola por tercera vez. Para rematar la jugada, algún retrasado mental decidió poner en las pantallas que el embarque a nuestro vuelo estaba cerrado, haciendo que casi me diera un ataque al corazón y que el subnormal del control de seguridad no quisiera dejarnos pasar. Tuve que echarme una carrera hasta la puerta de embarque para ver que no, no estaba cerrada, y de hecho estuvimos esperando media hora dentro del avión a los que estaban atrapados en las colas interminables... así que nos fuimos de Malasia con una impresión no demasiado buena. Si tienes que volar desde el aeropuerto de KL, llega con 4 horas de antelación.

En la próxima entrada: Melaka, también conocida como Malacca.

lunes, 19 de febrero de 2018

El año del perro

¡El año nuevo lunar, también conocido como año nuevo chino, empezó el viernes! Como ya sabéis, según el calendario chino cada año corresponde a uno de los doce animales del zodiaco, y este año le toca al perro. Si entre el 16/02/2018 y el 04/02/2019 cumples 12, 24, 36, 48, 60, 72, 84 o 96 años, entonces tu signo del zodiaco chino es el perro y este es el año de tu signo... lo cual no es nada bueno. Según la astrología china, en el año de tu signo eres más propenso a tener mala suerte, pero puedes contrarrestrarla si siempre llevas algo rojo puesto (puede ser una pulserita).

Según la web Your Chinese Astrology, donde podéis ir a leer el horóscopo si queréis (en inglés), los nacidos en el año del perro son leales, fieles, inteligentes, directos y responsables. Como características negativas, pueden ser creídos, fríos, cabezotas, criticones y poco sociables.

Para seguir la tradición que empecé hace unos años, el otro día me fui al centro comercial a ver qué decoraciones de año nuevo chino habían puesto.
Dos en uno: decoración de año del perro y de San Valentín.

Qué majos los perretes.

Los osos no sé muy bien qué pintan.

Este trineo yo diría que también lo usaron en navidades...



En las tiendas también se habían apuntado con mucha euforia al año del perro:

Los shiba inu están muy de moda en China últimamente.

Esto es un perro, ¿verdad? Era una tienda de animales. ¿¿Empanadillas chinas para perros?? Que no se entere Nico...

Estamos en Malasia de vacaciones y he programado esta entrada por anticipado así que es un poco trampa. ¡Feliz año del perro!

lunes, 12 de febrero de 2018

Cocina china vs cocina española

Desde que trabajo desde casa (este es mi tercer año) cocino más y solo salgo a comer fuera los fines de semana. Antes comía en restaurantes cada día y la diferencia se nota un montón... en la báscula. Desde mi momento más "pesado", a finales de 2015, hasta ahora, la diferencia es de 8 kilos, que no es moco de pavo. Y no es que esté pasando hambre ni nada, simplemente como más verduras, menos arroz, menos fritangas y, por supuesto, nada de aditivos y aceites chungos de los que usan en los restaurantes. Pero la verdad es que hoy no venía a hablar de la comida en sí, sino del lugar en el que se prepara: las diferencias entre una cocina china y una cocina española.

Lo que más se echa en falta en las cocinas chinas, cuando vienes de España, es un horno. ¿A que no se os ocurre ningún plato chino que se haga en el horno? Ea, es que no lo usan, así que no lo tienen. Nada de pollo asado, pescado o verduras al horno, ni por supuesto pizza o lasaña. Pero los chinos jóvenes y modernos sí suelen comer estas cosas (al menos pizzas, y la moda de hacer galletas y tartas en casa también ha llegado aquí), así que muchos apartamentos ahora tienen un hornito pequeño, tamaño microondas. Yo tenía uno en el piso de Shanghai pero la verdad es que nunca lo usé. Ahora en Suzhou tengo un horno de verdad (era uno de mi requisitos indispensables; el otro era lavadora con agua caliente) así que puedo hacer todo lo que se me ocurra (que tampoco es mucho, jajaja).
Hornito que se compran los chinos jóvenes para hacer pastelitos.

Algo que hay en todas las cocinas chinas pero que yo antes no sabía ni que existía es la arrocera (bueno, yo la llamo mifanera, mifan es arroz en chino). Claro, en España esto no tendría ningún sentido porque nadie come tanto arroz blanco como para tener una maquinita específica para cocerlo. Pero la verdad es que el cacharro este sirve para más cosas: hacer platos de arroz con cosas y sopa de arroz y cocinar al vapor.
La usamos bastante.

Otro electrodoméstico imprescindible en las casas chinas es el hervidor de agua, no solo para hacer té sino también para beber agua caliente (según los chinos, el agua caliente bebida cura todas las enfermedades). Esto no lo hay en todas las casas en España, pero cada vez es más común (según mis observaciones totalmente subjetivas).
Yo la uso más que nada para rellenar la botella de agua caliente y no congelarme por las noches.

En todas las cocinas chinas hay también un wok, pero yo no tengo. Me apaño con las sartenes normales de fondo plano. El wok parece muy complicado de manejar y no me veo yo poniendo el fuego con llamas en modo infierno y lanzando los salteados por los aires...

En cuanto a lo más básico de una cocina, que son los fogones, también hay algunas diferencias. En España suele haber 4 fogones, mientras que en China se apañan con dos. Debe ser porque los platos chinos se hacen más rápido y además porque el wok ocupa un montón de espacio. También el wok debe ser el motivo de que aquí no haya vitrocerámicas (o yo nunca las he visto en una casa), porque a ver cómo usas el wok...

En los pisos pequeños que no tienen cocina independiente suele haber un hornillo eléctrico para una sola sartén/cacerola, pero supongo que esa gente no cocina mucho.


Una cosa que me acabo de comprar y con la que estoy encantada de la vida es la yogurtera. En China es complicadísimo encontrar yogures con una textura adecuada (que no sea líquida, parece que aquí se lleva beber el yogur con pajita) y sin azúcar añadido (y además un montón). Hay un par de marcas que fabrican yogures sin azúcar, pero a un precio de escándalo, más de un euro por vasito. Así que al final decidí comprarme una yogurtera, que vale cuatro perras, y hacerme el yogur natural yo misma.
Mi yogurtera, más maja ella...

Otra cosa que en China no existe es el lavavajillas. Jamás he visto uno. Aquí lo friegan todo a mano. En cambio, mirad lo que he encontrado en Taobao mientras buscaba fotos para poner en esta entrada... un aparato que todo el mundo debería tener en su casa:
¡Máquina para hacer tostadas y huevos fritos a la vez! ¡Súper útil!

martes, 6 de febrero de 2018

La nueva tradición del Año Nuevo chino

Cuando yo era una jóvena estudiante de chino en Beijing, en el libro de texto de cada clase siempre había algún tema que hablaba del Año Nuevo chino. Aprendimos que durante esta fiesta se junta toda la familia, se limpia la casa a fondo el último día del año (el día de Año Nuevo no se puede porque echarías fuera a la buena suerte), se hacen empanadillas caseras, se cena todos juntos, se ve la gala especial en la tele, se tiran petardos, se dan sobres rojos con dinero a los niños...
Hacer las empanadillas desde cero es un currazo. Y yo nunca consigo que la masa se quede bien cerrada. Bueno, lo intenté dos veces, hace muchos años.

Cuando empecé a trabajar en China, descubrí que había otra cosa que se hace por Año Nuevo chino: la fiesta anual de la empresa. Suele ser una cena con actuaciones (que preparan los propios empleados), hay premios a las mejores actuaciones, sorteo de regalos y discursos aburridos de los jefes. He escrito un montón de entradas sobre estas fiestas, pero para no dar mucho la vara enlazaré solamente dos: una de mi empresa actual y otra de mi trabajo anterior.
La legendaria fiesta de empresa de 2015 en la que gané un iPhone.

La nueva tradición a la que me refiero en el título es la de enviar sobres rojos por WeChat. Bueno, no es nueva nueva, lleva ya unos años, pero se ha convertido en una parte esencial de toda celebración que se precie. Ya sabéis que WeChat es una aplicación de mensajería que tiene un montón de funciones más, entre ellas la de pagar en tiendas o transferir dinero a tus amigos. Y, siendo una aplicación china, por supuesto también se puede mandar dinero en forma de un sobre rojo que tienes que abrir. Cuando mandas un sobre rojo dentro de un grupo, puedes elegir cuántas personas pueden abrirlo y si la cantidad total se repartirá a partes iguales entre todos o cada uno recibirá una cantidad aleatoria. Y así ha nacido el nuevo deporte nacional: la caza del sobre rojo. Como normalmente hay más personas dentro del grupo que sobres rojos disponibles, hay que estar muy atento al teléfono y ser el más rápido al darle al icono del sobre.

Así que ahora, en las fiestas de empresa, cuando llega el momento de que los jefes envíen sobres rojos en WeChat, la gente deja de comer y de hablar, sacan los teléfonos y se quedan embobados mirando a que aparezca el rectangulito naranja. La verdad es que se lo pasan pipa, y cuando se envía un sobre se oyen grititos alborozados de los que han pillado algo y exclamaciones de enfado de los que han pulsado demasiado tarde. El jueves pasado fue nuestra fiesta de empresa y no fui porque ir a Shenzhen es una paliza impresionante y además el viernes y el sábado había que trabajar. Pero por la noche, cuando empezaron a enviar los sobres rojos en el grupo, me metí un rato y pesqué casi 500 yuanes, con la tontería. Esa noche se debieron mandar en el grupo más de 10 000 mensajes, porque después de cada sobre rojo la gente empieza a mandar gifs como este:
Gracias, jefe.

¿No os parece súper humillante el gif este de la reverencia? Yo lo odio. Me imagino al jefe vestido como un rey medieval, subido a algún sitio y tirando monedas de oro al barro para que los campesinos se peguen por ellas. Preferiría que nos dieran un sobre rojo individual a cada uno como felicitación del año y ya está, pero a los chinos les encanta jugar a la caza del sobre rojo.